Sin duda es en la elección del vestido para el gran día en donde las mujeres más tiempo y esfuerzo invierten. Visitamos las páginas web de las grandes firmas, compramos revistas especializadas, nos fijamos en los modelos que han lucido las famosas y recorremos muchas tiendas donde nos probamos vestidos de mil y una clase, tejidos, estilos, … Es verdad que es un duro trabajo dar con el vestido perfecto, pero cuando lo conseguimos muchas veces dejamos en un segundo plano algunos aspectos igual de importante, como por ejemplo los zapatos.
Muchas novias optan por comprar unos que sean cómodos y discretos y que, con un poco de suerte, puedan volver a utilizar con algún pequeño retoque o arreglo, y con eso les basta y dan el tema por solucionado. Le damos importancia al tacón, eso sí, pero no nos fijamos mucho más. Quizás tenemos la falsa idea de que es un complemento que no se va a lucir mucho y que pasará casi desapercibido. Pero las novias que cuidan todos y cada uno de los detalles suelen ser más exigentes.
Si lo que quieres es que precisamente destaquen tus zapatos, lo mejor es que sean de color. Llamarán la atención y los invitados te tendrán por una novia original, atrevida y divertida. Si te gusta la idea pero tienes dudas o miedo, lo mejor es que elijas un modelo sencillo, sin grandes adornos, pero que no sean del mismo color que el vestido. Si eres algo más arriesgada pero no quieres algo muy vistoso, entonces además de llevar zapatos con color puedes elegir algún modelo que lleven algún adorno original, como plumas, brillantes o que sean de diferentes texturas o combinen colores. Y si eres una novia que te atreves con todo, entonces opta por unos zapatos de color muy fuerte: rojo, azul, amarillo o incluso naranja. También puedes jugar con el estilo, unos grades tacones, abiertos, con algún dibujo, con hebilla, botones,…
Te resultará más fácil de lo crees, pues piensa que estas comprando unos zapatos que podrás lucir en otras ocasiones, de este modo seguro que los amortizas y no te cuesta invertir un poco más en ellos. El día de la boda levanta de vez en cuando un poquito tu vestido para que todos puedan ver lo original que eres.